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jueves, 11 de noviembre de 2010

Un cuentito para ustedes: HISTORIA DE UN TELEVISOR Y EL AZAR


No quería tener un televisor muy ostentoso, en mi barrio no se puede estar llamando la atención con cosas muy costosas, al toque llegan los buscadores de lo ajeno y toda tu ilusión la rematan en la cachina y, después, esa ilusión tuya —pagadera en 48 meses—, se la podían fumar, chupar o apostar en ‘una hora’. Al final, sería yo el que terminaría pagando por un par de pacos —pateados— en 48 meses. ¡Qué tal raza! Pues no, no quería un tele último modelo. Y bueno, por otro lado, sincerándome, con mi sueldo ‘Misión Imposible’ es un TV así, ¡muy caro!

Sólo deseaba ver el debate entre las candidatas a la alcaldía de Lima y decidirme por quién votar; como es obvio, me interesa mucho la seguridad ciudadana. Pero con tantos dimes y diretes públicos ya no sabía qué ginecocracia es la mejor, ¿la Flores o la Villarán? Que una está vinculada al narcotráfico, la otra lo está al senderismo; audios por acá, vídeos por allá; la verdad que toda la información dada por los medios juega con uno. Si ahorita chequeo un periódico me puede llevar a Miami, donde entregarán el premio de “Lideresa humanitaria del año” a la Pilar Nores, la Primera Dama de Perú y mamá de algunos de los hijos de nuestro presidente; si cojo otro me puede llevar a enterarme que han subido —sin justificación— los combustibles o que los pueblos indígenas siguen sin ser consultados para explotar en las tierras que viven.

La confusión no es buena compañera, pero así acaba uno… ¿Es contradictorio saber que premian a la Nores y por humanista cuando acá ocurren tremendos abusos contra la humanidad? ¿En quién confiar? ¿En tal periódico o en el otro? ¿En la TV, en el Gobierno o en la lógica? ¡No! No se puede, ni en los políticos ni en los medios. Por eso quiero comprarme un televisor, para ver con mis propios ojitos las caras de las dos candidatas. Por mi trabajo paro metido debajo del suelo, manteniendo las tuberías de agua; me entero poco de los últimos sucesos en la superficie. Aparte, no me interesa leer sobre política, excepto en épocas electorales, cuando los votantes sí somos importantes. Falsas ilusiones, pero condimentan mi vida. Desconozco los antecedentes políticos de ambas y con la información ‘interesada’ que nos dan los medios, prefiero verles la mirada, las expresiones en mi TV y sacar mis propias deducciones. Uno misio está bien, para no provocar a los chorizos, acorde a mi realidad.

Así fue, compré un modelo bastante modesto y desfasado, total, una deuda de tres meses podía soportar, a ajustar el buche nomás. Todos los días salgo a trabajar 6:30 am y llego a mi cuarto 10 pm; sin embargo el jefe nos iba a dejar salir temprano el día del debate, él no podía perdérselo. Llegó la ansiada hora. Ocho días después de comprar el TV, me senté en frente, limpié mis lentes y observé. Vi a la Townsend saludando, voz pausada y serena la blanquiñosa, qué bueno. En eso, en la pantalla de mi TV cruzó, como rayo, una línea horizontal medio chispeante, de arriba abajo y de lado a lado &#%..., causado —supuse— debido a una baja de energía en la zona. De pronto y por un instante, toda la pantalla se llenó de millones de puntitos blancos y negros. Sorprendido abrí la boca y antes que lograra cerrarla, negro total. Silencio. Murió. Pensé en los ciegos del mundo, en los desvalidos, en los cables de electricidad y hasta en el inventor de la televisión... Me lancé sobre el TV, lo desenchufé, volví a enchufar, apreté todos sus nuevos botoncitos, lo golpeé y nada… ¡Estos huevoduros! ¿No revisan lo que venden?

Ya en vano, rendido, me quedé sólo con el control remoto en la mano que no controlaba nada, cualquier teclita me llevaba al canal, privado, de la rabia analógica con su único compañero, el silencio.

Me quedé sin debate. Caballero, al día siguiente, al vuelo fui al kiosco a leer titulares y compré un periódico de ‘china’ (debía ajustar), aparentemente era serio; en éste, decía que la Flores había aplastado a su oponente y que ella nunca supo responderle. Sabía que no me debía confiar mucho en los medios, pero parecía serio, lo juro; en eso, en el micro camino al trabajo, escuché al cobrador discutiéndole al chofer “se quedó callada no dijo nada”. Entonces era verdad la información de la ‘china’. ¡Cachinga! no podía votar por una pusilánime candidata sin armas para debatir. Lima en su declinada historia ya no necesita eso, nos basta con un mudo. El domingo, día de las elecciones y único libre para mí, después de votar por la Flores, llevé el fallado TV a hacer valer su garantía. Me dijeron que lo iban a mandar a servicio técnico, debía volver a la semana. Regresé en ese tiempo y me entregaron un papel: “Placas mojadas. Corto irreparable. Garantía no cubre.” ¿QUÉ? Reclamé, vivo solo en un cuarto y no estoy todo el día, es imposible que le haya entrado agua. ¿Alguien se habrá metido a mi cuarto? ¿Quién? Insistí reclamando y alzando la voz. Ellos lo sentían, pero el concluyente análisis no daba lugar a reclamo. Salí con mi TV quemado y con los ánimos siguiéndome como si estuviesen trabajando, debajo del suelo. Demandarlos es tirar la plata y tiempo que no tengo. Esa noche dormí viendo la negritud de mi TV e imaginando una pela premiada.

A las semanas pasé por la pollería de la esquina de mi cuadra y paré para ver un toque las noticias en el TV del local, parado y desde fuera me enteré que aún no daban el resultado de los comicios ¡Ya había pasado un mes! ¿Cómo podía ser eso? Escucho algo sobre un fraude y que iba ganando la pusilánime; pucha que estos limeños son bien brutos, elegir así, ¡bah! Llego a mi cuarto y una sorpresa casi me hace levitar de mi pobreza. Teniendo ropa arrugada enchufé la plancha —que estaba al lado de mi TV de adorno y quemado—; sin embargo, sin percatarme había cogido el cable de mi TV, ¡enchufé al quemado! y, aunque no me crean, el TV prendió.

Ha pasado tiempo y la pusilánime, que salió elegida, es la mejor alcaldesa en la historia de mi ciudad. Mi televisor funciona de maravilla y faltan dos semanas para las elecciones presidenciales; sé que al elegir en las elecciones pasadas me equivoqué, la “china” gastada me hizo creer algo falso; bueno, felizmente fue elegida la pusilánime. No obstante, viendo estas remolachas de alianzas para las presidenciales, ya sé por quién votaré, no por lo que digan los periódicos, no por ver las caras en mi mágico y misio TV, no por quien parezca la mejor opción. La política en Perú, llena de información falsa y barata, es al azar, como mi televisor.

                                                                               
                                                            Fin
                                                            (hecho x la madrugada hace un par de semanas) Juan Soria











miércoles, 10 de noviembre de 2010

MECHITA ¿NIÑA RICA?

Así como le pasó a nuestro gran poeta Javier Heraud que siendo de familia aristocrática, habiendo salido del colegio “Markham”, se sintió un niño pobre con su ropa y hermoso con sus pálpitos. Abrazó al hombre para no sentirse solo, una, dos, tres veces hasta volverse hombre. Quiso regresar a su infancia donde el alma juega sobre un río y el río canta cuando un poeta lo hace su amigo. Quiso regresar, pero el río estaba en venta, ahí no existen los amigos.

El que alguien haya crecido en Magdalena o Los Olivos o La Planicie, no significa que ese alguien sea de pueblo o una ‘niña rica’. El término “niña rica”, endilgado a Mechita Aráoz, se refiere a su pensamiento; esto es cuando sus intereses son los mismos que los de una minoría selecta (pudiente), cuando acepta la diferenciación social, propia del momento, beneficiando a los que más dinero tienen, a los que se tragan al día o a la noche con una Coca Cola -sin problemas-, porque el tiempo es dinero y la vida, un sencillo. Cuando se acepta esa Coca Cola (en vez de priorizar, por ej. -caso muy bien conocido por Mechita-, el respeto a la vida de los nativos de la Amazonía, ya que si no tienen derecho a la vida, menos a conservar su hábitat, su cultura) es una contradicción decirse ser del pueblo.



A ellos (nativos, gente del pueblo) no se les da la oportunidad de progresar al no abastecérseles de estudios, salud, tecnología, que es lo que se supone hace un gobierno (Mechita, ministra de ministras, la elegida, has sido y eres Gobierno). Y se los avasalla con la lanza de la derecha, contraria al pueblo, por no haber progresado, por ser pobres en esta ‘civilidad’, impuesta, no pretendida por ellos y que Mechita sí conoce, en donde ella se desenvuelve como pez en el agua, agua que Mechita comercializa y que ellos generan, tratan, cuidan, pero en donde se les prohíbe nadar. En cristiano: para que ellos puedan comercializar y ‘ganar’ con justicia, la sociedad les exige educación y estar actualizados acorde al planeta y sus progresos, pero, a la par que se les exige, se les quita la oportunidad. Hay millonarias inversiones en la selva con el fin de explotarla, pero para la gente que la sufre, la gente local, sólo quedan chauchillas. Ellos están entre la espada y la pared ¿justicia Mechetista? La razón primordial, básica, del gobierno es dar bienestar al promedio de gente y no lo hace ni tiene la intención de hacerlo, y ¿cuál es el promedio de gente en nuestro país? Es la de clase media baja hacia abajo. ¿Y el Gobierno cómo actúa? Apoya al rico círculo minoritario, que como círculo vicioso, se retroalimenta entre sí.
Hay en el ambiente algo equivocado, un grito sin razón de ser. Y un equino al fondo del camino se sienta como perro. Ha perdido la razón.

Por lo tanto, Mechita, te suelto una pregunta, la cual, para responderse no se necesita un doctorado en economía, sólo un poco de lógica social de la realidad, la cual te hace ‘ser del pueblo’: ¿Por qué los grandes beneficios de las riquezas peruanas no favorecen —como deberían— al grueso de la población? Y no hablo de goteos, injustos por demás; hablo de educación, salud, comida y vivienda de 1era calidad, ¿no es lo mínimo que deberíamos tener todos los honestos por ser un país rico y con nuestra “bonanza” reconocida por todo el planeta?
El problema Mechita no es que seas niña rica o del pueblo, el problema es verte pobre siendo tan rica.
 


lunes, 8 de noviembre de 2010

"CUSCO Y PERÚ AVANZAN"

Cusco, la ciudad bandera de Perú, la más favorecida por el turismo, poseedora de una de las maravillas del planeta “Machu Picchu”, sigue sufriendo, como gran parte de la población peruana, los embates de la pobreza. En una muestra de la gran publicidad del Gobierno “El Perú avanza”, hoy el diario cuzqueño de ‘La Primera’, ha publicado las declaraciones de Ilker Molina Romero, representante de ATD Cuarto Mundo, organización sin fines de lucro, creada en Francia en 1957 con el objetivo de ayudar a erradicar la miseria y la exclusión, con un local en Cusco y que tiene estatuto consultivo en la ONU, ECOSOC, UNESCO, UNICEF, OIT y el Consejo de Europa. Según Molina Romero, a pesar del gran crecimiento y bonanza de Perú, en la región Cusco alrededor del 60% vive en la pobreza y un 32% lo hace en ‘pobreza extrema’.

Haciendo un cálculo simple, la población de la región cusqueña que según estimaciones del INEI 2010, es de aproximadamente 1’274,742 habitantes, entonces, según los datos de Molina Romero, los cusqueños pobres son más de 750 mil y los de ‘pobreza extrema’ son más de 400 mil. Por lo cual, sólo un 8% de la región cusqueña goza de bienestar que, se supone, el Gobierno está obligado a velar para todos. Y lo peor del caso, es que similar situación ocurre en todo Perú. Este gobierno aprista y su “Mechita” encendida, definitivamente cada día en sus declaraciones, viven una realidad paralela.

domingo, 7 de noviembre de 2010

TORTA EN LA CARA A CURA BELGA

"Torta en la cara" le cayó al cura André-Joseph Léonard, jefe de La iglesia católica en Bélgica. El atentado ocurrió en plena misa en el “día de todos los santos”. Este cura, que ya tiene una demanda en su contra por homofobia, llama la atención por sus polémicas declaraciones sobre la homosexualidad al compararla con la anorexia. Sobre el Sida, que según él, se trata de “una especie de justicia inmanente” y sobre los casos de pederastia dijo, el mes pasado, que enviar a la justicia a los eclesiásticos pedófilos de edad avanzada sería como ejercer una "especie de venganza".

Este curita, jefe en Bélgica, mide a los mortales con otra vara con la que mide al clero, da declaraciones desde su “perfecta” postura doctrinal  en un mundo “imperfecto”. La incoherencia sigue teniendo partida. Y mientras el curita dice lo que quiere, una comisión nombrada por la propia iglesia en setiembre presentó un informe documentando de casi unos 500 casos de víctimas de curas pedófilos, ocurridos entre 1950 y 1980.
¿La tarta en la cara habrá sido justicia divina? ¿Otra ‘mano de Dios’?