Así como le pasó a nuestro gran poeta Javier Heraud que siendo de familia aristocrática, habiendo salido del colegio “Markham”, se sintió un niño pobre con su ropa y hermoso con sus pálpitos. Abrazó al hombre para no sentirse solo, una, dos, tres veces hasta volverse hombre. Quiso regresar a su infancia donde el alma juega sobre un río y el río canta cuando un poeta lo hace su amigo. Quiso regresar, pero el río estaba en venta, ahí no existen los amigos.
El que alguien haya crecido en Magdalena o Los Olivos o La Planicie, no significa que ese alguien sea de pueblo o una ‘niña rica’. El término “niña rica”, endilgado a Mechita Aráoz, se refiere a su pensamiento; esto es cuando sus intereses son los mismos que los de una minoría selecta (pudiente), cuando acepta la diferenciación social, propia del momento, beneficiando a los que más dinero tienen, a los que se tragan al día o a la noche con una Coca Cola -sin problemas-, porque el tiempo es dinero y la vida, un sencillo. Cuando se acepta esa Coca Cola (en vez de priorizar, por ej. -caso muy bien conocido por Mechita-, el respeto a la vida de los nativos de la Amazonía, ya que si no tienen derecho a la vida, menos a conservar su hábitat, su cultura) es una contradicción decirse ser del pueblo.
A ellos (nativos, gente del pueblo) no se les da la oportunidad de progresar al no abastecérseles de estudios, salud, tecnología, que es lo que se supone hace un gobierno (Mechita, ministra de ministras, la elegida, has sido y eres Gobierno). Y se los avasalla con la lanza de la derecha, contraria al pueblo, por no haber progresado, por ser pobres en esta ‘civilidad’, impuesta, no pretendida por ellos y que Mechita sí conoce, en donde ella se desenvuelve como pez en el agua, agua que Mechita comercializa y que ellos generan, tratan, cuidan, pero en donde se les prohíbe nadar. En cristiano: para que ellos puedan comercializar y ‘ganar’ con justicia, la sociedad les exige educación y estar actualizados acorde al planeta y sus progresos, pero, a la par que se les exige, se les quita la oportunidad. Hay millonarias inversiones en la selva con el fin de explotarla, pero para la gente que la sufre, la gente local, sólo quedan chauchillas. Ellos están entre la espada y la pared ¿justicia Mechetista? La razón primordial, básica, del gobierno es dar bienestar al promedio de gente y no lo hace ni tiene la intención de hacerlo, y ¿cuál es el promedio de gente en nuestro país? Es la de clase media baja hacia abajo. ¿Y el Gobierno cómo actúa? Apoya al rico círculo minoritario, que como círculo vicioso, se retroalimenta entre sí.
Hay en el ambiente algo equivocado, un grito sin razón de ser. Y un equino al fondo del camino se sienta como perro. Ha perdido la razón.
Por lo tanto, Mechita, te suelto una pregunta, la cual, para responderse no se necesita un doctorado en economía, sólo un poco de lógica social de la realidad, la cual te hace ‘ser del pueblo’: ¿Por qué los grandes beneficios de las riquezas peruanas no favorecen —como deberían— al grueso de la población? Y no hablo de goteos, injustos por demás; hablo de educación, salud, comida y vivienda de 1era calidad, ¿no es lo mínimo que deberíamos tener todos los honestos por ser un país rico y con nuestra “bonanza” reconocida por todo el planeta?
El problema Mechita no es que seas niña rica o del pueblo, el problema es verte pobre siendo tan rica.
Buena, Renzo. Un aclare alturado, no exento de ironía, muy digno de tu blog. Un abrazo.
ResponderEliminarJulio
Es cierto mucho de lo que dices en este artículo.
ResponderEliminarA algunos nos resulta complicado comprender otras realidades. El ser empático es una virtud de pocos.
Gracias Julio, viniendo de ti las palabras, es un recontra halago, mis respetos. Y claro que la ironía es rica en medio de nuestra tragedia política. Jane tus palabras siempre reconfortantes. Identificarse con otras realidades también puede traer muchos malestares, sé q tú te refieres al lado bueno, gracias si piensas q puedo; pero sería aún más lindo q hayan 'otras realidades' y no las que vemos como en el Gob.
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