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jueves, 22 de septiembre de 2016

El Quipu, sorprendente instrumento de nuestro pasado Inca


Gracias al reconocido antropólogo Julio Rucabado, Responsable del área de Registro y Manejo de Colecciones del Museo de Sitio y Santuario Arqueológico de Pachacamac, nos llegó información sobre unos de los más sorprendentes y útiles instrumentos de nuestro imperio incaico: el Quipu. Como sabemos, éste les sirvió para registrar cantidades de variadas cosas, personas, fechas, eventos y, aparentemente, periodos calendáricos. Podríamos decir que fue el computador de la época por su utilidad de registrar. También les sirvió para controlar su producción y cierto tipo de tributación.



Los quipus eran hechos de algodón o fibra de camélido y, como parte de nuestro pasado, cobran mucha importancia —para la actualidad— porque sirven como un repositorio de experiencias para poder interpretar más certeramente ese rico pasado, única manera de forjarnos un mejor futuro. Acá les dejo la información de la mencionada página:



 



Soy un quipu. Me hicieron con hilos de algodón de colores crema y marrón. Recuerdo aun el día que por primera vez anudaron una de mis cuerdas. Escuchaba una voz que decía “…324: 3 nudos simples aquí, 2 simples más abajo y un nudo largo aquí al final, listo!” No recuerdo bien que estaba contando el quipucamayoq en esa ocasión, pero sí recuerdo haber estado muchas veces frente a depósitos de papas, maíces y frejoles.



Otros como yo, me cuentan que han ayudado a registrar el número de personas en cada pueblo o las cosas que estos entregaban al Imperio Inca como parte de sus tributos. Incluso algunos me dicen guardar en sus nudos información sobre genealogías reales e importantes acontecimientos históricos. También sé de unos quipus muy especiales que fueron amarrados para calcular el paso del tiempo. ¡Qué suerte la de ellos, que vieron las estrellas brillar de noche mientras su quipucamayoq observaba el firmamento!



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Todo objeto es una expresión material de nuestra cultura. A lo largo de la historia, los artefactos han servido al ser humano para solucionar problemas específicos, desde necesidades básicas hasta la representación y comunicación de conceptos estéticos. Además de cumplir con las funciones por las cuales fue concebido y producido, un objeto se convierte también en un repositorio de experiencias, recuerdos y sentimientos. Estos se cargan de memorias: de cómo fueron fabricados, utilizados, pasados de mano en mano y muchas veces a través de varias generaciones, o incluso de cómo fueron llevados hasta lugares bastante alejados para ser intercambiados, regalados, destruidos o abandonados.



En el Santuario de Pachacamac, las investigaciones arqueológicas realizadas desde fines del siglo XIX han logrado recuperar diversos tipos de objetos, los cuales han sido hallados en templos, residencias, basureros, tumbas e incluso en las propias calles y plazas. En su época, muchos de estos objetos no solo sirvieron como bienes de uso cotidiano, su circulación permitió también estrechar vínculos sociales, económicos y políticos entre las personas. En el caso de aquellos objetos que fueron dejados como ofrendas para los muertos o las poderosas huacas, estos sirvieron con medio para expresar respeto y reconocimiento.



Sólo depende de nosotros el aprender a reconocer e interpretar aquellos objetos que, después de estar ocultos debajo de la tierra por varios cientos de años, salen a la luz y pasan a formar parte de nuestro patrimonio cultural. Sus historias no se han perdido, pero necesitan ser contadas.



Por esta razón, abrimos este espacio de difusión e interacción, donde a partir de un conjunto de objetos de la colección de bienes muebles del Museo de Sitio Pachacamac, empezaremos a tejer juntos las nuevas historias de Pachacamac.







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