Mempo Giardinelli,
escritor y periodista argentino, mandó una cortés pero devastadora carta al
nobel peruano. Publicada por el diario argentino Página12
seguro quedará en la historia como una joyita aclaratoria. Sabemos que nuestro neoliberal
nobel no solo está cegado de amor sino también por su ideología
política-económica que, obviamente, le produce grandes ganancias. Por lo mismo,
la misiva es importante para nosotros porque MVL apoya la corrupción de Macri
de Argentina, porque apoya a PPK de Perú y con el negociado del aeropuerto de
Chincheros en Cusco, al parecer, ya empezamos a correr la misma suerte que
nuestros vecinos gauchos. Por si acaso, si un despistado fujiaprista quiere
aprovechar las palabras de Mempo, lean bien que también les cae el látigo de la
verdad. Copio la carta:
Foto: Ralf Pascual. Cortesía Revista Bocas |
Admirado Maestro,
dondequiera se encuentre:
No he tenido la
fortuna de ser su amigo cercano, aunque como usted bien sabe me considero su
devoto discípulo. Las dos veces que nos vimos, una en Buenos Aires, otra en
Lima, nos saludamos con afecto y además he recibido otro par de veces sus
saludos. Pero lo para mí más importante es haber leído casi toda su obra con
deleite y pasión. Todavía enseño en mis clases de grado y posgrado sus novelas,
por lo menos una por año –en 2016 retomé “Los cachorros”– y siempre sus
lecciones sobre Flaubert y Arguedas.
Desde luego que no
comparto ninguna de sus ideas políticas, pero hasta ahora opté por no
contradecirlo y lamenté en silencio diversas declaraciones suyas. Cada vez que
lo vi en la tele cambié de canal en homenaje a la calidad de su prosa, su
poética y la carnadura de sus personajes. Incluso cuando en 2012 se armó un
jaleo en Buenos Aires porque usted iba a inaugurar la Feria del Libro, yo
escribí en este mismo diario que su Premio Nobel era “irreprochable porque en
él se premió una estética literaria moderna, innovadora, original y escrita en
los márgenes de la civilización imperial”. Y también escribí que “más allá del
enorme narrador que es, también es un cruzado neoliberal, de esos que se
espantan ante cualquier gesto o corruptela kirchnerista pero a Menem le
toleraron sin chistar que nos rifara el país, el petróleo, los ferrocarriles,
los puertos y la mar en coche”. Y hasta ahí llegué, y después, cuando en 2015
usted hizo campaña electoral diciendo que “si fuera argentino, votaría por
Macri”, también me impuse silencio a pesar de lo que me dolía mi país.
Pero aunque jamás
retruqué sus opiniones ni mucho menos lo ataqué a usted –y tampoco lo haré
ahora– sí quiero precisarle algunas cosas porque he visto con estupor la
entrevista –es un modo de decir– que usted enhebró en Madrid esta semana con el
presidente de mi país. Al verlo a usted aceptar y celebrar tanta mentira no
literaria, supe que otro silencio ya era demasiado.
Y es que el gobierno
que encabeza el Sr. Macri es un gobierno de estafadores, en primer lugar,
porque llegaron al poder prometiendo lo que el pueblo argentino quería y
necesitaba escuchar, pero decididos –ya entonces– a traicionar todas y cada una
de aquellas promesas.
Una muestra de lo que está pasando Argentina |
El Sr. Macri es hoy
considerado por diversos medios del mundo (no los españoles, claro está) entre
los cinco gobernantes más corruptos del planeta. Y el repertorio de sus
escándalos –que ocultan los grandes diarios y sistemas televisivos argentinos–
es impactante. Se sabe que hay más de 40 sociedades secretas vinculadas al
Grupo Socma, propiedad de la “Famiglia” Macri. Y son públicas sus condonaciones
de deuda y favoritismos, como en los casos del Correo Argentino (a su papá) y
del Ferrocarril Sarmiento (a su cuñado).
Claro que a mí también
me impacta ahora que usted haga como que ignora todo esto. El gabinete
argentino se parece al del Dr.Caligari, con más de 50 funcionarios procesados
(entre ellos el mismo presidente y la vicepresidenta), perversos vínculos con
el brasileño affaire Odebrecht, uno de cuyos coludidos es un íntimo amigo y
socio de Macri, que lo puso al frente de nada menos que una especie de FBI
argentino (por decirlo con alguna gracia).
Usted debe saber,
seguro, que reformaron por decreto la Corte Suprema de Justicia, y que ahora
gobiernan a decretazos como hicieron por décadas los dictadores militares, aquí
y en el Perú. Y seguro está al tanto de los favores obscenos a grandes
latifundios y a empresarios avorazados que siguen acumulando millones mientras
destruyen trabajo, educación, familias e ilusiones. En poco más de un año
cerraron 7000 fábricas y emprendimientos productivos, dejaron en la calle a más
de un millón de trabajadores, tienen a la educación pública en proceso terminal
y para colmo en sólo 14 meses han multiplicado nuestra deuda externa casi ad
infinitum, lo que nos obligará a un nuevo repudio que por ahora sólo unos pocos
estamos denunciando que nunca se va a pagar porque no la vamos a reconocer.
Me cuesta creer que
usted, Maestro, con su agudeza proverbial, se preste a esta farsa. Le pregunto,
entonces: ¿Tan grandes son los negocios que preparan en España para
recolonizarnos como hace cinco siglos, y como hace veinte años con Menem? ¿Tan
enormes son esos intereses que usted echa por la borda una excelsa trayectoria
literaria complaciendo a un patán que tanto se parece a su paisano Fujimori
aunque éste tiene ojos azules y no rasgados?
Mi lealtad de
discípulo y mi conciencia de pequeñez literaria no me impiden ver, con dolor,
el triste papel televisivo de usted coreando lugares comunes para criticar al
presidente venezolano, y encima todo cargado de tintes racistas y
clasistas.
Me dio mucha pena su
papel, Don Mario. Al verlo tan generoso y dócil frente al impresentable
gobernante de esta tierra que a usted lo quiere y lee, yo sentí dolor pero
también una cierta vergüenza. No hacía falta tanto.
Sin dudas, seguiré
admirando su obra literaria, pero qué pena tan grande sentí al verlo, ahora, en
edad provecta, haciendo un papel como el de Zavalita preguntando: “¿En qué
momento se jodió la Argentina?”. Usted eludió en la tele una respuesta digna.
Seguiré devoto de su
grandeza literaria. Pero sólo de ésa.
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