En las elecciones de 1990, un
viernes santo, el papá de Keiko Fujimori
(el Chino) creó el cuento de haberse
“intoxicado
comiendo bacalao” para no asistir a la sustentación de su Plan de Gobierno (PG).
Quedaban 2 candidatos, el Chino arrugó. El PG del Chino era cuestionado por no
ser confiable debido a su fragilidad; se dijo que la real causa de su
inasistencia fue porque no dominaba los puntos de su PG. No nos olvidemos que
el improvisado candidato -ahora preso- había sido creado por Alan García para,
entre otras cosas, evitar que llegue a Palacio su enemigo declarado: Vargas
Llosa; pero eso tema merece un capítulo aparte.
Hoy, en esta Semana Santa, vuelve la sensación de ‘trafa’, pero, ahora, hecha
por la hija del bacalao junto a su
creación “Factor K” y en complicidad
con el Jurado Nacional de Elecciones (su órgano temporal, el JEE) que ha
inventado unos criterios (fronterizos por decir lo menos) para burlar el
espíritu de La Ley Electoral-artículo 42; ésta prohíbe a los candidatos dar
dinero o regalos —en el proceso electoral— de manera directa o por terceros.

¿Por qué el JNE se comporta como idiota ante un hecho objetivo y
subjetivo que todos podemos reconocer? ¿Los intereses son tan fuertes que no
importa decaer su buen nombre? ¿Es idiota realmente? ¿Es idiota o sapo? A veces
el sapo es tan sapo que parece idiota.