En las elecciones de 1990, un
viernes santo, el papá de Keiko Fujimori
(el Chino) creó el cuento de haberse
“intoxicado
comiendo bacalao” para no asistir a la sustentación de su Plan de Gobierno (PG).
Quedaban 2 candidatos, el Chino arrugó. El PG del Chino era cuestionado por no
ser confiable debido a su fragilidad; se dijo que la real causa de su
inasistencia fue porque no dominaba los puntos de su PG. No nos olvidemos que
el improvisado candidato -ahora preso- había sido creado por Alan García para,
entre otras cosas, evitar que llegue a Palacio su enemigo declarado: Vargas
Llosa; pero eso tema merece un capítulo aparte.
Hoy, en esta Semana Santa, vuelve la sensación de ‘trafa’, pero, ahora, hecha
por la hija del bacalao junto a su
creación “Factor K” y en complicidad
con el Jurado Nacional de Elecciones (su órgano temporal, el JEE) que ha
inventado unos criterios (fronterizos por decir lo menos) para burlar el
espíritu de La Ley Electoral-artículo 42; ésta prohíbe a los candidatos dar
dinero o regalos —en el proceso electoral— de manera directa o por terceros.
El JEE inventa que solo debe ser de manera directa, inventa un nuevo
significado de “medios probatorios idóneos” y de “actividad proselitista”, inventa
que la plata debe venir del patrimonio personal del candidato.
Lo que el JEE deja de lado olímpicamente es que sí existe un tercero
dando el dinero, Marcos Pichilingüe (reconocido por la propia Keiko como
dirigente de su partido). Deja de lado que la actividad sí fue proselitista
hasta para el más ciego. Y lo que es peor, deja de lado a la ley en sí misma
porque ésta “no condiciona su prohibición” justamente para evitar “sapos
corruptos y leguleyos” sacando la vuelta a la ley. En este caso el JEE se
convirtió en el sapo.
¿Por qué el JNE se comporta como idiota ante un hecho objetivo y
subjetivo que todos podemos reconocer? ¿Los intereses son tan fuertes que no
importa decaer su buen nombre? ¿Es idiota realmente? ¿Es idiota o sapo? A veces
el sapo es tan sapo que parece idiota.
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