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lunes, 7 de mayo de 2012

¿Quién mató a César Vilca?


El ver llorar a un padre —por la muerte de su joven hijo— conmueve al corazón aun más indomable. El saber que se pudo evitar esa muerte si es que el Estado peruano hubiera actuado como debería, da sed de justicia. El aceptar —sin decir ni chus ni mus— que el presidente de Perú se haya jactado siempre de haber luchado contra el terrorismo y que, ahora, fracase –y con todo el aparato estatal bajo su mando- en una acción contrasubversiva previsible, nos convierte en una población inerte, fofa, indigna, profundamente enferma, condenada a la dominación social.

No, señores, acá no ha muerto el joven Vilca, hemos muerto los peruanos como peruanos. Por lo menos así será, gracias a nuestra indiferencia “No son muertos los que en dulce calma la paz disfrutan de su tumba fría. Muertos son los que tienen muerta el alma y viven todavía” (González Prada).

¿A César Vilca lo mataron los terroristas o los que lo mandaron, con todas las de perder, a otra ‘crónica peruana de una muerte anunciada’? ¿Recuerdan lo payaso que fue ver al presidente, con el uniforme militar puesto, supervisando las operaciones en el Vrae? Y miren cómo ha acabado todo: bajas en las fuerzas armadas y triunfante el movimiento narcoterrorista. La “Operación Impecable” fue un sicosocial de la mentira. Una más con las que Ollanta Humala nos está acostumbrando. Por lo tanto, si como sociedad no hacemos algo por cambiar esta realidad, ‘el cadáver ¡ay! seguirá muriendo’.

Necesitamos un cambio profundo del sistema que permite estos actos de corrupción y en donde todo gira alrededor de la ganancia de dinero. Deberíamos empezar por reclamar una ‘asamblea constituyente’; la Constitución “liberal” que nos rige está podrida del fujimorismo y encantada por el latrocinio. Por lo mismo, los jóvenes necesitan involucrarse más en la política, ser partícipes de las decisiones que nos imponen los gobernantes. Al respecto, les dejo un mensaje del Dr. Rolando Ames, una voz autorizada para opinar de los problemas sociales de nuestra nación, dirigido a los jóvenes asistentes a una de las charlas del evento organizado por la Facultad de Ciencias Sociales de la UNMSM y la PUCPHondos y vitales encuentros con Carlos Iván Degregori” (Nota: Esta charla fue antes de que se supiese lo de César Vilca y no se tocó su tema, pero es perfectamente aplicable al caso del joven muerto):






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