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martes, 21 de marzo de 2017

Poesía de miércoles

El miércoles pasado se realizó un recital en el Bar Centro Cultural "El Mirador" del Centro de Lima. Jóvenes y no tan jóvenes se reunieron en este local  para leer sus textos a flor de piel. La poesía fue inédita, recorrida, jovial, madura. Entre los poetas reconocidos estuvo Paul Forsyth, vate no muy dado a los recitales, pero esa noche no, no se quedó entre los cerros inmóviles de Lima, bajó a luchar con los jóvenes. Todos con sus únicas armas en la alforja, sus palabras. 

El recital fue organizado gracias a La Poesía Embiste.


Jòvenes del medio: Benggi BedoyaEtielandré Taupier




Ximena Lopez, Paul Forsyth, Elva Pesantes, Juan Renzo





Astrid SoldevillaOscar Fernando Ze, Sergio Gomez 



Parte del poema PORNOGRAFÍA de Paul Forsyth Tessey:

(...) con este cariño animal,
con esta perversa adoración, con esta iteración votiva
que me cierra los ojos y entumece mi corazón,
           hasta hacerlos restregar sus ávidas yemas
sobre los límites, los bordes, la frontera verdadera de una materia finita,
que como todo lo hecho
                                 en nombre del silencio,
                       oculta una materia infinita.
con mis ojos penetro, con mis uñas, con mis pies y con mis huesos,
con mis poros y mis ácaros y también con mis labios y con mi lengua,
y finalmente
                   la penetro
                                la atravieso,
                   la destazo
y la entiendo con la punta de mi cuerpo deliberadamente contenido
en el punto álgido de la catarsis, previo al vacío, colmado en mi llenura,
todo yo ello hecho una verga simple
que se moja con la mente
                 cuando abro un libro –y las puertas de mis ojos–,
y entre sus páginas blancas
                                   y sus negras letras
                    masturbo mi existencia como un caballo sudoroso,
como un caballo galopante, como un Pegaso inconmensurabilísimo,
como un monstruo que se embellece
y soy yo que me embellezco reconociendo mi propio rastro en la nieve
cuando abro un libro –ya lo he dicho–
               y discierno entre tanta literatura el fuego que para,
                no solo mi verga en la poiesis,
                             sino hasta el latido de mi corazón,
que se mece como un cuerpo cuya desnudez abruma sentidos e intersticios,
un cuerpo cuya belleza es confundida en el vacío
                                                      con la tiniebla

                                 que a su vez lo libera.






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